MONTAJE EN PRISIONES

Así cazó la Guardia Civil a la funcionaria que provocó la caza de brujas en la cárcel de Villena

OKDIARIO ha tenido acceso a la investigación que comenzó como el chantaje a una trabajadora calificada como “ejemplar” por Marlaska y que acabó en denuncia falsa

Las cámaras de seguridad, los posicionamientos de los teléfonos móviles y la confección de pruebas falsas han sido la clave para desmontar a la ahora investigada

Una juez imputa al director de la cárcel de Villena y a la subdirectora protegida por Marlaska

La funcionaria de prisiones purgada por Marlaska reconoce que Interior la usó contra sus compañeros

Cárcel de Villena
OKDIARIO ha tenido acceso a la investigación que destapa la simulación de delitos contra ella.
Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

El verano pasado se produjeron una serie de acontecimientos muy preocupantes en torno a la cárcel de Villena, uno de los centros penitenciarios de España más conflictivo y menos controlado por el Ministerio del Interior a través de Instituciones Penitenciarias.

Ahora, siete meses después, OKDIARIO ha tenido acceso a la investigación que acabó destapando una enorme mentira que pudo costarle la carrera a varios funcionarios de prisiones e incluso llevarse por delante a una asociación de trabajadores penitenciarios. Precisamente por esto último la Guardia Civil investiga si la antigua subdirectora de la cárcel, que fue públicamente arropada por Interior, estuvo sola en la ideación de unas amenazas y agresiones que se revelan hoy como groseramente falsas gracias al quirúrgico trabajo de la Guardia Civil que hoy revela este periódico.

En la primera semana de septiembre, el escándalo de las amenazas y agresión sufrida por la subdirectora de la cárcel de Villena copó todas las portadas del país. El mismísimo Secretario General de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, el mismo que presuntamente ha negociado beneficios para presos de ETA, se plantaba a las puertas de la cárcel de Villena para apoyar a la subdirectora. Lo hacía además mientras su jefe, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, calificaba a la trabajadora presuntamente víctima como una “auténtica funcionaria”.

cárcel de Villena
La subdirectora aseguró haber sido víctima de una agresión pero sus heridas eran «antiguas».

Mientras esto sucedía en público, el equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Villena se disponía a investigar el asunto que la presunta víctima de esta historia les había puesto sobre la mesa, y se sentían afortunados, porque tenían varios elementos para construir una investigación. Lo que no sospechaban era a qué conclusión iban a llegar sólo un par de meses después de arrancar esas pesquisas.

Los datos inventados

¿Qué piezas les había dejado Carolina, la subdirectora, para que ellos pudieran montar el puzzle del caso? Muchas y variadas: según la mujer, en agosto le robaron su teléfono móvil durante una jornada laboral en la prisión. Después de aquello comenzó a recibir amenazas en su teléfono móvil desde un número oculto hasta que, y éste era el episodio más preocupante, un día un grupo de hombres desconocidos la esperaron en la puerta de su casa para amedrentarla e incluso golpearla entre amenazas que le exigían su silencio. Carolina tenía que declarar por la actuación de varios de sus compañeros al reducir a un preso durante ese verano. La violencia del interno hizo necesario el uso de la fuerza por parte de los funcionarios, quienes fueron grabados en vídeo por una cámara del centro. Alguien se ocupó de que ese vídeo llegara a determinados medios de comunicación y sobre esa actuación debía declarar Carolina.

Cárcel de Villena
La Guardia Civil detectó los teléfonos que usó la subdirectora para simular las amenazas.

Amenazas recibidas en un teléfono móvil, un presunto robo en el interior de la cárcel y un grupo de personas atacando a la víctima a primeras horas de la mañana en pleno centro urbano de Benidorm son los ingredientes que cualquier investigador desearía tener para poder resolver un caso, así que los guardias civiles se pusieron manos a la obra y pronto comprendieron las dificultades ante las que se iban a enfrentar.

Para empezar, la funcionaria aseguraba haber recibido las primeras amenazas en su teléfono móvil, pero sólo podía aportar imágenes impresas, ya que el teléfono era precisamente el que le habían robado en la cárcel. Los agentes se pusieron a cuadrar datos y pudieron establecer que los dos teléfonos, el que mandó y el que recibió las amenazas, pertenecían a Carolina, que ambos estaban usando la misma antena de telefonía en los momentos del envío de esas amenazas y que además uno de ellos cuadraba exactamente en sus conexiones con los momentos de remisión de los mensajes amenazantes. Se había mandado los mensajes a sí misma. Pero hay más.

Cuando Carolina dijo que le habían robado el móvil en la cárcel contó que había llegado al trabajo, lo guardó en su despacho, no lo usó en toda la mañana y que lo echó de menos sobre las dos y media de la tarde. Si fue así, ¿cómo pudo ser usado por ella misma a las 14:34 del día que decía que se lo habían robado? Pero, es más, ¿cómo pudo leer wasaps en ese teléfono la siguiente madrugada? A carolina le delató el doble check de color azul de la aplicación de mensajes instantáneos, según la investigación a la que ha tenido acceso OKDIARIO.

La Guardia Civil asume que ella usó siempre esos dos teléfonos para mandarse los mensajes con amenazas. De hecho, ella mismo entregó ambos terminales cuando fue detenida en noviembre, pero trató de jugar una última carta: el móvil que le habían robado apareció, según ella un día, sin más, en el buzón de su casa, en el mismo en el que también habían aparecido cartas amenazantes. Los investigadores, cansados de las mentiras de Carolina, le tendieron una pequeña trampa insinuando que tal vez sin ella saberlo se habían instalado cámaras en la entrada de su edificio. Carolina, dice el informe policial, “puso cara de sorpresa”, y se negó a seguir declarando.

Ahora los investigadores que trataban de averiguar quién perseguía a esta funcionaria de prisiones de la cárcel de Villena ya saben que todo fue un montaje, pero siguen tirando del hilo porque aún es un misterio si Carolina estuvo sola en un escándalo sin precedentes en las cárceles españolas.

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